viernes, 25 de noviembre de 2011

Texto N° 8 (Espero un jadeo, imito un jadeo, derramo un jadeo, escribo un jadeo)


Espanta hasta tus ojos,
sacale la mirada de encima,
pero no te apurés,
que me reguardo de todo.

Cubrite,
se viene un fuego                                                                              cruzado
las cruces arden                                                                                 al fuego.

No busqués el amor
bajo los añicos
de un intento de guerra,
un par de tiros y basta,
guerra entre tus piernas
y mi cintura,
con los enemigos avanzando
por el borde de las sábanas.

El bando enemigo asoma
de un último jadeo,
tras la montaña
que forma tu cuerpo,
que duerme bajo las sábanas.

Guerra privada y desconocida,
soldados tan anónimos
que se borran
en cada movimiento.

Cubrite,
las gotas caen de tu espalda                                                              con fuerza,
forzarte al amor                                                                                 me agota.

Repasemos:
Un cuerpo llega,
se saca la campera,
busca agua en la heladera.
Un segundo cuerpo
prepara la comida
y se limpia  con el repasador.
Un abrazo por la cintura,
un beso suave,
de principio.
Un cuerpo frente a otro,
una mordida fuerte,
sin final.

Cubrite,
tu espalda me lleva                                                                           tan lejos
lejana, así es la cara cuando te lame                                                  de espaldas.

Un nuevo repaso:
pero esta vez, empieza en la habitación,
junto a la cama,
sobre la ropa que pisan,
en los besos que practican
y se saben de memoria,
y los gozan como nunca
y los sienten a diario.
Un primer cuerpo se desploma
sobre el colchón,
mientras el segundo cuerpo
se amolda de la mejor manera
a sus formas.
Un brazo suave, femenino,
acaricia el rostro,
mientras la otra la mira,
se aman aun sin decirlo,
sin que yo las vea,
sin que nadie hable de eso.
se aman, aunque en el final,
no se salgan de esta poesía.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Texto N° 12 (Ante las profecías apocalípticas, llevemos una voz testigo del 12 de noviembre del 2012, donde los pies aun se mantienen sobre la tierra y el porvenir descansa en Gerli)


CAMILA Y CLARA

Esto es para ellas,
que me olvidan
y soy nadie y desconocido,
soy la mismísima cantidad de veces
que se tiran los boletos
que sobren de los viajes a la facultad
y se mantienen en los bolsillos.
Para las dos lo escribo,
pero sin perversiones,
sin doble sentido,
las noté tantas veces
que las voy a escribir
sólo por esta vez.

CAMILA

es tal vez quien me ignora
sin llegar al deporte,
que no sé
ni de que habla,
ni con quién habla,
ni a qué hora
prefiere el almuerzo.
No sé si me nota,
perdido entre los carteles
de la marcha del viernes,
esperando,
tras la columna,
mientras busco el paquete de Parissienne
para prenderme el cigarrillo
ausente de motivos,
y pasás, te sentás, no tenés ni idea
que yo me demoré en entrar
para verte pasar,
para pensar en una falsa despedida,
vos,
que sos libre
aunque sea por tu estirpe,
por tu padre
y por tu modo
de mostrar el escote
sin sentir culpa alguna.

CLARA

es tan formal que el piso no arrastra las baldosas,
es tan linda que el viento se relame la lágrimas,
es tan única que se chocan las manos de un antiguo esmero,
es tan escandinava que Odín no deja el cubilete
con sus dados cargados
en manos de nadie,
por temor que la apuesta por un reino
lo lleve a la ruina.
Me olvidaba,
esto no viene a metáforas
ni a mentiras,
sino a vos,
en tus vestidos,
tus polleras jugando contra el piso,
tus lentes en el pelo,
tu dejo francés
en esa boca
anónima para mi,
lejana y ausente,
en silencio para nuestros diálogos,
el ‘no’ sin siquiera una mirada

OTRAS VOCES

“Dale, boludo, no duermas,
que se van a ir con otro”
“Proba una poesía, versealas”
“No tenés chance, olvidate”
“Dale, no te cortés, ya compramos pizzas,
otro día te juntas con ellas,
venite que hacemos un torneo de Play”
“ No busqués siquiera una de las dos,
que te ignoraron”
“Que raro, vos con una rubia”
“¿Cami cuál es? ¿La petisita?
Está buena la morocha”

CLARA Y CAMILA

Son la ilusión
que tengo
en estos momentos,
son la escapada
para cada uno
de estos viernes
primaverales.
Son las palabras que llego a decir
este sábado
post fin del mundo,
con ustedes dos, fin de mi mundo,
de un mundo ajeno,
seguramente con otros,
que no pierden el tiempo
escribiendo,
divagando.

Falsos misterios de sus fantasías,
ajenas a que les ponga nombres,
a que las acueste despacio
sobre mis deseos en declive,
sobre las lomas que dibuja el humo,
sobre esos ojos que no miran nada
que me roce.
Sólo fui,
el fin de una frase
para Camila,
La caricia de los codos,
cuando Clara
se ponía su suéter,
celeste.