jueves, 5 de enero de 2012

TEXTO N° 13 (Hay cosas peores que dedos apretados con las puertas, hay silencios incómodos y formas de abrazarse con un gesto de ausencia)


Un pastillero revienta de óxidos
y malestares por vocales a la sombra,
insolación del discurso en verano,
cautela para arrimarse a los gatos
con sus pañuelos al cuello
y el maullido que tose
el humo sin esquemas
que se pierde,
lento,
casi tan lento que ruge,
aleja a todos los presentes.

Su mano no está quieta,
y está fría,
su mano no se detiene
y está temblando,
su mano no sostiene las cápsulas
y está húmeda,
su mano no se mantiene firme
y está muriendo.
Casi como el pájaro
que golpea sobre el toldo durante la siesta,
que se come el orégano del jardín
y nadie entiende
por qué está acá,
así era el sabor caliente
del whisky malo
y nacional.
Pero ella fue abstemia
por más de tres años.
********
y ahora le quema la garganta,
siente el espíritu sin reencarnaciones
de unos cuantos leones
dentro de sí misma.
Casi tan lento que ruge,
aleja a todos los presentes.

Nos queda, a esta altura,
una mujer sin aliento,
un vaso con whisky caliente,
y unas pocas pastillas
que andan por el piso.
Todo eso, en un profundo silencio,
con una ventana entreabierta
y las cortinas de un tono verdoso
que se mueven,
apenas,
por el viento de la nochecita.
Lástima que nadie tenga una cámara cerca
para guardar este momento.

Si tuviese veintisiete años,
o incluso treinta y tres,
quizás nadie le prestaría atención.
Sería una más,
sería un club con rock,
sería muerte por descarte,
por seguir la cábala.
Pero murió una chica sin tiempo,
con la edad borrada
hasta de los documentos.

Creo que merece,
incluso,
una nota que justifique sus hechos.
Pero ella es suicida
y yo escribo,
aunque no nos conozcamos
y seamos ambos
partes de la nada y la ficción,
soy la voz
en la tinta
de sus sueños que quedaron
atados a una remera negra
y bastante gastada.

Alguna vez creí que todo iba a cambiar, que la vida se iba a cansar de seguirme la contracorriente, y entonces, con tiempos para descansar mis brazos después de nadar y nadar, iba a estar descansando a la orilla de todo. Pero las esperanzas no vienen en la ropa, no viene en los libros ni en las charlas durante las cervezas. Y poco a poco, la inundación fue cubriendo todo en esta vida.
Una vez intenté sonreír. Salí a la calle, no busqué paraguas para cubrirme del sol. Miraba a todos a la cara, pero se apagaban poco a poco en las noticias de los diarios, los pases del subte, los semáforos en amarillo y después rojo, la falta de atención por las flores, aunque ni yo las miraba.
La sonrisa se secó y se fue, y sonreír fue un intento.
Un día intenté cantar. Incluso llegué a pasearme por cada rincón de mi casa con la boca abierta. Vi muchos videos de música, tomé clases de cantos, aprendí de melodías y silencios. Pero nunca supe darle alas a las notas, las melodías no saltaban charcos de agua y poco a poco mi voz se hizo baldosa. Mi garganta fue un muro, con un cartel de ‘no fijar carteles’. Nunca pude alcanzar el más mínimo sentido, y sin música, la vida es como el ruido del pan cuando se lo corta en rodajas.
La música se quemó antes de oírse, y cantar fue un intento.
Y así un día intenté vivir. Cada vez que pasaba junto a alguien, le decía: ‘estoy viva’. Y seguían caminando, me empujaban o se cruzaban de vereda. Corría por las calles gritando, y sólo recibía bocinazos. Regalaba libros en las esquinas, y veía como los tiraban en el tacho de basura más cercano. Algunos los usaban para nivelar las mesas, o un estante. Y mi sombra, esté donde esté el sol, se hacia cada vez más larga. Y me cubrió por completo.
Entonces me di cuenta, con los ojos perdidos en lágrimas,  que la vida no se lleva conmigo. Hice mucho pero nada de eso hizo algo. Y vivir…fue un intento.

Y las cortinas de un tono verdoso chocaron
contra los papeles en la mesa,
y todo terminó en el piso,
porque las pastillas se sentían solas,
porque la muerte no cuenta
como una compañía.
La muerte es animal, y muerde,
y desgarra,


pastillas              cortinas              suicida               whisky malo                música              viento              papeles                     (Tiempo que no está más)


La muerte es animal,
sin pieles,
sin fauces inyectadas de salivas,
pero muerde,
desgarra,
ruge,
ruge casi tan lento
que aleja a todos los presentes.

1 comentario:

  1. "porque la muerte no cuenta
    como una compañía."

    me gustaron mucho esas últimas estrofas

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