viernes, 1 de abril de 2011

Variadito

Escrito para alguien

De principio,
de final,
sin tapujos
el recuerdo
de lo que no se vive
y se fue por el fondo de la rejilla,
por tus párpados cerrados y húmedos
en la grotesca noche.

Los tambores
sin repique,
sordos ruidos
ante el mudo silencio
de lo que no se quiere escuchar
y los oídos olvidados en la mesa de noche
un mundo de paredes a pruebas de gritos
en la grotesca noche.

Tu llanto, vos que te vas
que sabés de alejarte
de lo que empezás a entender
y los pasos para marcar distancia,
los olvidos que son patios de cemento
en los que el sol azota y perdura, y castiga
en la grotesca noche.

Ese pañuelo,
el nudo celeste,
el vestido donde se lo ve
provocativamente tuyo
de lo que tanto te complacés, sin ninguna vergüenza
entre montañas de paz, reposo y glorificación
cenit de un sol dulce y erizado
en la grotesca noche.

A vos, finalmente
ante la noche eterna
bajo mis caricias torpes
cabe objetar mi rudeza
con lo que busco darte
contra lo que buscás encontrar
de todas las maneras que pueda
desde el inicio de la tarde
durante el momento que transcurra
en lo desconocido de tus arrebatos
entre la prisión de estas sábanas
hasta que explotemos y nos hartemos
mediante las artimañas necesarias
para gozar yo
por tu goce
salvo que la luna se oponga
según mi cuerpo y el tuyo
tras esperarlo por tanto tiempo.

Tal cual como todo debe ser
en la grotesca noche.

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Estrellate, estrellate la cabeza
contra la vereda seca.
Tirate al abismo
de tus muelas
cariadas
y malolientes.

Ruido de nueces
que se quiebran
pero yo ya no estoy
en la esquina,
camino por la sombra.

Que se pudra tu cuerpo,
que se pudra la comida,
pero no me saqués del silencio,
de la lagrima en tus labios.

Vivo sin rumbo,
rumbeo sin vida.
Debajo de mis pies,
comienzan los pies
de alguien más.

Pero no corrás,
no cuando mi palabra
aun no conoce el aire,
no se pierde de mi boca
ni puede llegar al papel
que se quema sobre la hornalla.

Lamo tu cuerpo
pero escupo tu alma.
No cruzo mi mirada,
no cruzo el puente,
no cruzo mis piernas,
no cruzo la línea,
línea blanca que quema,
que el viento la desarma
y sólo queda el papelito plateado.

Todos ven que la forma
se deforma en mis ojos.
Bajo la alfombra
hay polvillo, cáscaras de nueces,
pelos de perros,
perros peludos.
hay rincones oscuros,
migas de pan,
monedas de veinte centavos
y no tengo cambio
para subir al colectivo.

Conseguime un hoja
donde termine mis frases.
Rodá desde la cima,
rodeás mi sala,
en mi sala, Dora,
-y que bien le quedan esas piernas
que asoman bajo su pollera de colegiala-.

Y cuando el público se calle
gritá muy fuerte,
sacate la ropa
y estrellate en una gran
pileta con jugo de maracuyá.

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Falso verano,
eterno invierno
viento,
en tus oídos
silbido de un tango.
Baile umbanda,
cortina que se agita,
estufa apagada
olor a gas en el aire.

Triste otoño,
hojas de danza siniestra,
crujidos sobre el pasto
más bolsa para los basureros.
Primavera caníbal,
ardor en la nuca,
sol tímido que huye
frío por las tardes.

Aguanieve
en la madrugada,
rocío sucio,
un niño mira por la ventana,
la lluvia, a borbotones.


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Inútil

Inútil
es el clavo
que se dobla
cuando está en la madera.
Inútil la mueca
y el tamborileo de los dedos,
el tiempo no va a pasar más rápido,
el filo del cuchillo,
el reflejo de la luz en la hoja,
hoja, sin otoño ni caída.

Inútil ya es mi queja,
la piel que me pica,
que se desgarra,
y abajo, carne negra,
que se pudre.
No hagás caso a su rezo,
pobre y débil, busca los cielos,
se estanca en la tierra,
y apenas sale de su garganta.

Espero, hasta terminar mi cigarrillo,
tu uña, que lastima mi espalda,
inútil alejar mi cuello,
los vampiros tienen un bar por Avenida Boedo,
atacan a los indecisos que toman el 180.
Inútil que sigas la frase,
no puedo hacerte caso,
se me abren las heridas mientras me oculto,
mientras niego mirarte a los ojos
y decir lo que siento por vos.

Inútil la alternativa,
mis ascensores ya no llegan a la terraza,
y me asusto del vértigo,
de la caída desde dieciséis pisos.
Trato de negarme esta mañana,
uso las sábanas para no levantarme,
quiero nadar en mi colchón,
sentir los pulmones llenos de agua.

Busco entre algunos libros,
devuelvo al soldado a la guerra,
pienso, sin la lapicera en la mano,
pero es inútil,
y sólo quiero tenerte a vos
en este ratito,
que muchos llaman mañana.

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