martes, 12 de julio de 2011

(Comienza con una pausa)


Y después que el humo del cigarrillo, a medio apagar, comienza a hundirse en el aire, me doy cuenta que ni siquiera tuve en cuenta que llegamos
al, esperen, no me dan las cuentas,

TEXTO N° 2 (Pero la luz se apaga y triste queda la vista)

No quedan borradores,
no hay documentos guardados,
no quedan insultos,
se me cayeron de la mochila
mientras esperaba el 219
en la estación de Quilmes.

No sé que palabra sigue.
Va a ser una palabra
o un ritmo lento,
que descansa,
entre las teclas de una computadora.

Puede ser pálido,
pálido como tu piel
mientras tu sangre
llena una copa
y todos la beben,
pero sólo esperan la orgía.

La taza de te, fría, y las migas en un repasador, el iconito de MSN que pasa a ausente, y muevo el mouse, y se vuelve verde –juego de fotosíntesis en medio de la era de la Internet-. Busco aunque sea una nota, algo que quede de lo anterior, pero mis manos siguen, y escriben casi automáticamente, espero que explote todo, que se vuelva una simple mentira o se borre cada uno de los débiles trazos, en ese lápiz sin punta, que cae sobre el papel.

Y lo lastima,
raya sin cesar,
quema lo blanco
de la hoja,
no deja siquiera lugar
a que entre una línea.

Línea que salga del dibujo,
línea que caiga en medio de una poesía,
línea blanca y
me quema la cabeza,
ya no sigo,
apenas siento mi cara,
no sé si estoy yo
u otro me arranca las hojas
del cuaderno.

presto, tan sólo,
lo que queda
en un cuerpo simple, flaco,
que no dice nada
más allá de sus pocas palabras.

Entonces, esperen, ¿Cómo seguíamos? esto es, el texto n| 2. Aunque le pedimos documentos, antes de entrar, y no vimos ningún número. Llamen a mi amigo, ese que está de militar, con gesto serio, y que pide, en tono marcial <<Estire su brazo derecho, arremánguese>>, mientras saca su cuchillo y anota una cifra tras otra…
La cocina esta apagada, pero siento olor a gas…
Y no quedan borradores…y todo oscuro, esta luz de mierda. Triste, miro a la pantalla.

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